Si estás buscando una experiencia cultural verdaderamente inolvidable, el Día del Rey en Ámsterdam es algo que debes incluir en tu lista de viajes. Tuve la suerte de vivirlo, y puedo decir con total sinceridad que fue uno de los momentos más alegres, intensos y únicos de mi vida.
Desde el amanecer, toda la ciudad se convierte en un mar de color naranja. No se trata solo de una elección estética: el naranja representa a la familia real neerlandesa, la Casa de Orange-Nassau. En este día, millones de personas se visten con orgullo de este color para celebrar juntos.
Ámsterdam se transforma en un enorme escenario festivo. Las calles se llenan de escenarios improvisados, DJs, puestos de comida y bares. Se escucha música por todas partes: house, jazz, pop, bandas en vivo… La gente baila en las aceras, puentes, barcos y balcones. Parece como si por un día la ciudad abandonara toda rutina para convertirse en un espacio de libertad, creatividad y pura felicidad.
Lo que más me sorprendió fue el ambiente. No importaba de dónde eras: locales y turistas se abrazaban, reían, bailaban. Era imposible no dejarse llevar. En cada calle alguien te ofrecía una bebida, te invitaba a bailar o simplemente te regalaba una sonrisa. Fue como vivir en un mundo donde solo reinaba la alegría.
Participé en varios eventos públicos, pero uno de los momentos más especiales fue la desfile de barcos: canales repletos de embarcaciones decoradas, con personas ondeando banderas y bailando sin parar. Verlos pasar desde un puente fue simplemente mágico. También me uní a fiestas callejeras, donde la música nunca se detenía y la energía era contagiosa.
Un poco de historia: El Día del Rey, o Koningsdag, se celebra el 27 de abril, cumpleaños del rey Guillermo Alejandro. La tradición comenzó en 1885 como Día de la Princesa en honor a la princesa Guillermina. Luego se transformó en Día de la Reina bajo las reinas Juliana y Beatriz. Desde 2014, se celebra oficialmente como el Día del Rey.
Otro aspecto tradicional es el vrijmarkt, un gran mercado callejero donde cualquiera puede vender objetos usados sin licencia. En Ámsterdam, esto transforma la ciudad en un enorme mercado al aire libre. Es una oportunidad para encontrar auténticas joyas, regatear y compartir.
En el Vondelpark, las familias hacen picnic, los niños tocan instrumentos o venden dulces caseros. Hay artistas por todas partes, creando un ambiente comunitario y creativo donde todo el mundo aporta algo.
El Día del Rey no es solo una fiesta: es una manifestación del orgullo nacional, la libertad y el espíritu comunitario. Para mí, fue un recordatorio de lo hermoso que es compartir felicidad.
Así que si alguna vez estás en los Países Bajos a finales de abril, ven a Ámsterdam. Ponte algo naranja, deja atrás tus preocupaciones y lánzate a la fiesta. El Día del Rey te hará sentir parte de algo muy especial.
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